miércoles, 31 de agosto de 2011

BLANCA ANDREU


El día tiene el don de la alta seda,

pétalos desandados por el pie de la

noche,

monedas en corolas, eso dije.

Pero se izó la nube de magnolia hasta

llegar al núcleo ahogado,

estambre eléctrico y pistilo triturado de

amor,

monedas deshojadas por el terrible cheque templario,

o bien las

brujas vírgenes prudentes

y la plomiza nada milenaria.

El día tuvo el don de la alta seda,

amor mío, amor mío, y por eso aún

escúchame,

por eso te repito el perdido poema,

amor mío, amor mío, tu voz

que amé y que cruza

las pupilas moradas de los puentes.

y tu olor

habitado, azul, y todo

lo que ahora abandono y abandonas

no sé con qué

propósito,

ni sé de qué manera clandestina,

ahora, mientras yo rompo

la

idea de tu rostro

y continúo ignorando

qué invierno,

qué arteria

barroca del diciembre aquél,

qué orden despierto es el tuyo

mientras yo

vivo sola, y duermo, y te detesto.